“También nos gustaría consolar su soledad”.

En el día de año nuevo, cuando extrañamos más la acogedora valla de la familia, existen personas que reciben los días festivos con el corazón más frío que el invierno porque no tienen familia con quien compartir. Para los ancianos discapacitados que llevan una vida solitaria por las dificultades económicas y la indiferencia, los días festivos son más dolorosos debido a su discapacidad.

El 25 de enero, unos días antes del año nuevo, los miembros de la Fundación de Bienestar Nueva Vida difundieron su cálido amor por los ancianos que esperaban una mano amiga. Deseando que tuvieran un año nuevo esperanzador, los miembros ofrecieron cortes de cabello gratuitos a los ancianos que no tenían adónde ir en las áreas de Seongnam-si, Gyeonggi-do y Songpa-gu, Seúl, Corea.

Seis voluntarias formaron tres equipos de dos personas y se reunieron a primeras horas de la mañana. Cada equipo subió las empinadas colinas para llegar a la dirección de la casa de los ancianos que la oficina del distrito les facilitó, ya que decidieron visitar personalmente a los ancianos que sienten incomodidad para movilizarse.

La Sra. Sa Jeong-sun, que se mudó a Seongnam hace cuatro meses, suele quedarse en casa porque su salud empeoró tras caerse dos veces debido a un derrame cerebral. A excepción de la funcionaria de la oficina del distrito, que ocasionalmente la visita, la televisión es su única amiga. Dando una sincera bienvenida a las voluntarias, las tomó de las manos y las condujo a la parte más abrigada de la sala de ondol. “¿Quieren que me siente en la silla o en el suelo?”. Las voluntarias se conmovieron por su amabilidad, ya que les preguntó con especial preocupación deseando que tuvieran comodidad para trabajar. Mientras le hacían la permanente, las miembros la masajearon y le invitaron mandarinas y caramelos. Ella también se conmovió por su cuidadosa consideración y respondió que deseaba comer esto porque se le había secado la boca. Añadió que extrañaría la amabilidad de las miembros cada vez que comiera caramelos.

Junto a la Sra. Jeong Jeong-suk, que había estado en cama por ocho meses después de sufrir un colapso debido a una complicación de la diabetes, estaba el anciano Park Sang-gil. Se veía muy feliz de ver a las voluntarias. La anciana llevaba ocho meses con el cabello crecido sin ningún tratamiento porque la estilista de guardia evitaba ir a su casa para cortarle el cabello diciendo que estaba ocupada. Esperaba ansiosa las manos de las voluntarias porque no podía movilizarse. Las miembros de la Fundación de Bienestar Nueva Vida se sintieron recompensadas por el hecho mismo de poder ofrecer ayuda práctica al prójimo necesitado, del cual nadie se preocupa. En cambio, mostraron su agradecimiento a los ancianos por darles la oportunidad de servirles. Al ver a las voluntarias cortar el cabello de la anciana que estaba postrada en cama debido a su enfermedad, el anciano se sintió aliviado y les agradeció.

Una anciana llamada Son Che-rye, cuyo nombre se pronuncia similar a la palabra virgen en coreano, se sintió muy contenta de verse transformada en una joven pura como su nombre. Abrazó con fuerza a cada miembro lamentando la despedida y les pidió que escribieran “Fundación de Bienestar Nueva Vida” en su calendario para no olvidarlas. Tanto ella como las miembros, que compartieron amor por poco tiempo, derramaron lágrimas.

La anciana Lee Sun-geum perdió a su esposo hace tres años y vive sola. Sin embargo, luce llena de vitalidad en contraste con su edad, pues tiene más de 80 años. Gracias a ella, que trata de vivir feliz con una mentalidad positiva, las risas no cesaban durante el servicio en la sala. “Gracias por ofrecer sus servicios a esta anciana. Se los agradezco mucho porque planeaba hacerme la permanente dentro de poco. Que tengan buena salud y sean bendecidas para que hagan mejores cosas en el año nuevo”. De acuerdo con sus buenos deseos, las miembros compartieron su resolución de difundir amor y esperanza al prójimo más necesitado durante el año nuevo, aunque el amor se desvanezca en este mundo hostil. El anciano Yun Mun-chang estaba preparando solo el almuerzo porque su esposa había ido al hospital con su hijo enfermo que necesitaba tratamiento. Como las voluntarias le cortaron el cabello y le afeitaron su larga barba blanca con dedicación, se sintió satisfecho, y dijo que se sentía como de veinte o treinta años menos.

Los pasos de las miembros de la Fundación de Bienestar Nueva Vida llegaron a Macheon-dong, Seúl, porque el anciano Kim Yeong-rae esperó a las voluntarias sin dormir cuando se enteró de su visita. Estaba sano antes de sufrir un accidente médico y quedar hemipléjico. Ahora se está recuperando poco a poco gracias a constantes ejercicios. Rompía en llanto cada vez que pensaba en su cuerpo enfermo porque no podía contener su dolor. Las voluntarias le secaban las lágrimas y lo consolaban mientras le cortaban el cabello. Incluso por la noche, las miembros no parecían cansadas, sino que estaban complacidas de servir a los ancianos.

Algunas miembros, que participaban en el servicio de corte de cabello por primera vez, dijeron que se unieron a este servicio con respeto por los ancianos después de escuchar sus historias llenas de dificultades. Al ver a los ancianos tan felices de la mano de las miembros, estas quisieron consolar cada vez más su corazón solitario. Decidieron velar por la vida del prójimo necesitado de su entorno, sin pensar solo en su propia familia. Aunque el sol desaparecía lentamente, los corazones de los miembros de la Fundación de Bienestar Nueva Vida florecían con la cálida voluntad de servicio y sonreían alegremente.