La sonrisa de las ancianas que se han convertido en hermosas novias

Pasando Donggang y siguiendo la carretera nacional, en forma de “S”, encontramos una apacible aldea a 700 m de altura sobre el nivel del mar. Es la aldea de Jumun en Hadong-myeon, Yeongwol-gun, Gangwon-do, Corea, una aldea típica en el campo remoto donde 30 hogares viven de la agricultura de secano con la naturaleza.

En esta aldea donde las flores blancas de trigo sarraceno maduran rojas, y atrae el hermoso paisaje con la generosidad de las ancianas, es la historia detrás de escena. La aldea solía ser un poblado minero muy concurrido donde residían unas 8000 personas con tiendas variadas como salones de belleza e incluso un cine. Sin embargo, el poblado quedó desolado desde que se cerró la mina en 1989. De los ancianos que quedaron en la aldea, los que se dedicaban a las labores mineras se enfermaron y fallecieron. Ahora, la mayor parte de su población son mujeres ancianas pobres que viven solas.

Al enterarse de que las ancianas necesitan el día entero para cortarse el cabello porque deben tomar el autobús, que opera tres o cuatro veces al día, sin mencionar el costo, los miembros de la Fundación de Bienestar Nueva Vida visitaron la aldea Jumun antes del feriado nacional del Chuseok. El 8 de septiembre, cerca de veinte miembros, incluyendo diez expertas en belleza con más de diez años de experiencia, partieron muy de mañana hacia el salón de ancianos de Moun en Jumun-2ri con productos químicos para permanente de alta calidad y diversos instrumentos del cuidado de belleza.

Después de cuatro horas de viaje, las miembros llegaron al salón para ancianos de Moun, Jumun-2ri. Las ancianas y el jefe de la aldea con su esposa que llegaron primero les dieron una cálida bienvenida. Después de saludar a las ancianas, quienes tomaron sus manos con firmeza, diciéndoles: “Gracias por venir hasta aquí”, las miembros reorganizaron las mesas y sillas para empezar con el corte de cabello.

“Las embelleceremos con un cabello voluminoso y permanente porque todas ustedes tienen estilo”. Cuando las miembros comenzaron a peinarlas con sus manos hábiles empleando las tijeras, las ancianas se avergonzaron, pero sus rostros florecieron con sonrisas. Las miembros les ofrecieron bebidas, bocadillos y dulces, así como masajes durante todo el servicio, y se convirtieron en sus compañeras. Las ancianas no olvidaron jactarse de sus hijos, mientras conversaban con sus jóvenes acompañantes.

“La gente dice que tengo hijos buenos y decentes. Además, mis nueras también son maravillosas. Mi hijo menor nunca reprueba, sino que pasa todos los exámenes. Espero que se case pronto…”. La anciana Kim Yeong-chul (72 años), que tiene cuatro hijos y dos hijas viviendo lejos de casa, se alegra de verlos a todos durante los días festivos. La anciana Park Geum-yang (66 años), que visita sola la casa de su hijo mayor en Ulsán durante los días festivos, expresó que se conmovió mucho por los actos dedicados de las voluntarias hacia las ancianas y que les pedirá a sus hijos que también vivan ayudando a los demás. Todas parecían emocionadas con la idea de que en pocos días verían a sus hijos y nietos, con apariencias pulcras y ordenadas.

Cuando las miembros sacaron las fiambreras preparadas por ellas mismas, las ancianas agitaron las manos en negativa y les sirvieron una deliciosa sopa de pollo caliente. Así como los padres desean alimentar a sus hijos, aunque no tengan mucho dinero, ellas prepararon comidas sinceras y dedicadas para las miembros. Sin rechazar su buena voluntad, las miembros disfrutaron de la comida con un corazón agradecido.

“Desde que se cerró la mina en nuestra aldea, ha sido como una comunidad moribunda, pero gracias a la Fundación de Bienestar Nueva Vida, parece que aquí florece otra vez una nueva vida”.

En respuesta a los comentarios del jefe de la aldea Kim Heung-sik (51 años), que es el más joven y se encarga de las dificultades de las ancianas asumiendo todos los trabajos duros, la multitud aplaudió con fuerza. Todas las ancianas parecían animadas y más jóvenes gracias a su cabello recién peinado. Cuando el jefe de Myeon, Ahm Gi-ok, visitó el lugar y preguntó de dónde venían todas estas esposas recién casadas, la multitud se alegró más con sus comentarios. Él recalcó que, aunque el gobierno apoya a las ancianas con las necesidades básicas como la alimentación, sentían inconvenientes en términos de instalaciones médicas y de belleza porque la aldea se encuentra muy alejada.

Después de la permanente, las ancianas se alegraron al ver su hermoso cabello. Luego, pasaron un gran momento bailando y cantando entusiasmadamente. Por la tarde, un miembro de la asamblea del condado de Yeongwol llegó a la aldea con artículos especiales como uvas y bebidas, y animó a los voluntarios. Cuando el servicio casi había terminado, los residentes, el miembro de la asamblea y el jefe de la aldea que llegaron tarde se cortaron el cabello y se transformaron en novios pulcros y recién casados.

En poco tiempo se completaron todos los cortes de cabello y las miembros pusieron todo en orden. Cuando llegó el momento de la despedida, las ancianas dijeron con pesar: “Hubiera sido mejor para ustedes jugar y divertirse con nosotras en lugar de solo trabajar”. “Ni siquiera mi propia hija ni mi nuera son tan dedicadas como ustedes. Gracias por su servicio”. “Por favor, regresen el próximo año cuando el maíz madure, y jueguen con nosotras para que se relajen”. Luego, las ancianas tomaron sus manos con firmeza. Pidiendo a las ancianas que se mantuvieran saludables hasta que regresaran en una próxima ocasión, las miembros subieron al vehículo y se despidieron de ellas, a quienes extrañarán profundamente.

“Estoy muy conmovida porque las ancianas se veían muy felices, aunque no las servimos lo suficiente”, dijo la miembro Kim Jeong-suk (40 años, de la sucursal de Seongnam). “Comprendí que debemos hacer de nuestro mundo un lugar mejor, así como rejuvenecemos arreglando y hermoseando nuestro cabello”. En efecto, antes las miembros ya habían prestado personalmente servicios de corte de cabello, pero esta vez se reunieron y ayudaron a las ancianas que viven en una aldea remota. Expresaron que fue una gran experiencia para ellas y se comprometieron a entregar amor y nueva vida en cada rincón de nuestra sociedad a través del servicio voluntario a su alcance.